Con este recurso se pueden crear ambientes de todo tipo y ayudaría a reducir el consumo de luz eléctrica, sobre todo cuando se enfrentan retos y desafíos en el tema de cambio climático, aseguró el doctor José Antonio Terán.
Foto de portada: Museo Nacional de Antropología para cuya construcción se retomaron conceptos mayas para armar la totalidad de celosía en el patio central, el cual permite la distribución de la luz en las distintas salas de exhibición. Crédito INAH
Los planes de estudio para los jóvenes arquitectos deben adaptarse al aprovechamiento de la luz natural para iluminar un espacio sin depender de la energía eléctrica, consideró el doctor José Antonio Terán Bonilla, de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia.
“Si durante siglos que no hubo energía eléctrica se obtenía una buena iluminación, por qué no retomar estas bases y ofrecer nuevas soluciones con luz natural”, dijo el investigador.
Desde la antigüedad, dijo, el hombre ha utilizado la luz para sus edificios conjugando con eficiencia la luz y las sombras, y ese conocimiento puede aprovecharse por las nuevas generaciones de arquitectos para ofrecer edificios más sustentables en tiempos de cambio climático.
Reconocidos y famosos arquitectos en el mundo de diferentes épocas han dado una definición distinta a su profesión, a su oficio, orientando su objetivo de manera diferente. Octavio Paz señalaba que la arquitectura era reflejo de su época. Pero sin duda, la luz es la primera de las variables que influye en la arquitectura; es una de las condiciones que rodean a esta actividad, arte y ciencia, en la que la luz también es utilizada como elemento.
Y así se hizo en el Partenón, en Atenas, donde los arquitectos griegos Ictino y Calícrates diseñaron las columnas con “estrías” –surcos- y “contraestrías” para lograr un efecto de luminosidad.
Otro ejemplo es el Panteón de Agripa, en Roma – del arquitecto Apolodoro de Damasco-, de planta circular, cubierto con una bóveda y en la parte superior un óculo de nueve metros diámetro que permite el paso de la luz cenital.
“Con dicho orificio se pudo iluminar todo el recinto y también evitó en gran medida que el agua entrara, pues la presión del aire interior no lo permite, es algo que también se observó posteriormente en la arquitectura colonial en México, en las cúpulas de las iglesias la colocación de una linternilla en la parte superior hizo innecesario el uso de vidrios”, explicó el miembro de la Academia Mexicana de Ciencias.
Repaso del uso de la luz natural en edificación en México
La luz natural también se ha usado para fines religiosos y en la vida cotidiana en diversas sociedades en épocas distintas, como se observa en varios de los centros arqueológicos en México donde se dan interesantes conjugaciones de luz y sombras. En el centro ceremonial de Chichén Itzá, en la pirámide de Kukulkán, cada año durante los equinoccios de primavera y otoño se ve un fenómeno óptico que simula el ondulante cuerpo de una serpiente que repta desde la cima hasta la cabeza de la serpiente emplumada que se encuentra en la base, este evento astronómico solar adquirió relevante importancia entre los mayas que lo interpretaban como la presencia de una deidad.
En la construcción del Museo de Antropología, en Chapultepec, se retomaron conceptos mayas de iluminación para armar la totalidad de celosía en el patio central. Desde esta área no se puede ver al interior de las salas de exposición, pero éstas cuenta con la iluminación natural proveniente de dicho patio y se puede observar lo que está afuera, detalló Terán Bonilla.
Igualmente, en la época colonial se encontraron soluciones innovadoras que permitieron aprovechar la luz natural al máximo, como fue la colocación de poyos (repisas) en las ventanas y que servían para sentarse; los religiosos podían continuar ahí con sus lecturas.
Un caso particular es el templo de San Nicolás Tolentino, en Actopan, Hidalgo, ejemplo del arte novohispano, construido por el arquitecto Fray Andrés de Mata en el siglo XVI. El diseño de las ventanas fue concebido para contar con iluminación durante el día. Varias de las ventanas son ovaladas con el objetivo de aprovechar los espesores de los muros y dirigir la luz hacia donde se quería iluminar. Igualmente hay ventanas en forma de rombos y otras figuras geométricas para iluminar las celdas en las partes altas. En dicho recinto se aprecian además juegos de luz y sombra a través de relojes solares.
En el periodo virreinal los arquitectos también aprovecharon la luz natural y esto se aprecia aún en los grandes patios que iluminan las diferentes habitaciones de las construcciones de la época, comentó el maestro en restauración de monumentos por el INAH. Pero fueron los años del periodo barroco en los que más se aprovechó la luz solar en templos y casas.
Ejemplo de ello son los balcones corridos de la Casa de Alfeñique, en la ciudad de Puebla, decorada con azulejos de colores y argamasa, lo que le da un aspecto blanco y un mayor efecto lumínico a las habitaciones, estos recursos arquitectónicos es posible observarlos incluso en otros puntos de la ciudad.
El doctor en arquitectura por la UNAM añadió que en las iglesias es posible ver cómo la luz natural está dirigida a las pinturas -una característica clave para la enseñanza de la religión- y también a los púlpitos, como en el Templo de Santo Domingo, en Puebla, un rasgo particular de este recinto es que a determinada hora un haz de luz entra por la ventana favoreciendo el recogimiento.
En la época del porfiriato se aprovechó la luz con el uso de colores y tragaluces. Muestra de ello es el Gran Hotel de la Ciudad de México, construido entre 1895 y 1899, donde hay un plafón, un vitral tipo Tiffany, que cubre el patio y produce un efecto agradable a la vista.
José Antonio Terán Bonilla sostuvo que el uso de la luz eléctrica ha llevado a que los arquitectos hagan de lado, por ejemplo, la luz cenital que ha sido muy eficiente en casas-habitación. “En lo que se refiere a funcionamiento hemos dado pasos para atrás, es decir, hacemos cosas tomando en cuenta sólo la tecnología y cometemos errores.
“El actual uso de ventanales de techo a piso que si bien en Europa son muy útiles pues no se cuenta con mucha luz solar, en nuestro país se convierten en un problema de gasto pues luego se busca tapar o bloquear la luz, es lo que he llamado la anti-arquitectura, y en nuestro país no funciona porque contamos con muchas horas de luz y por varios meses”.
Pese a todo, destacó que en la época moderna existen prestigiados exponentes de la arquitectura que aprovechan la luz natural a la perfección creando ambientes de todo tipo y dotando a los espacios de un carácter específico.
Ejemplos de arquitectura, luz y color
El investigador indicó que el mexicano Luis Barragán marcó toda una época en la arquitectura moderna al realizar obras de gran colorido y utilizando luz natural en todos los espacios, como se ve en la Casa-Taller de Luis Barragán, en Tacubaya; la Capilla de las Monjas Capuchinas, en Tlalpan, o el Hotel Camino Real, en Anzures.
Alguien más contemporáneo es Bernardo Gómez-Pimienta, cuyo trabajo arquitectónico y del uso de la luz se ve en la Casa MTY, y Agustín Hernández, “quien retomó el talud y el tablero usados por los pueblos prehispánicos y los plasmó en una construcción maravillosa que hoy es posible ver en el Colegio Militar”.
José Antonio Terán Bonilla sostuvo que pocos arquitectos han sabido aprovechar las características que ofrece nuestro país en relación con la luz solar, como lo hace Agustín Hernández, que con muros controla eficientemente la luz, así como las ventajas que ofrece la luz cenital y que se ve en una de sus obras más representativas, la casa de su hermana, la coreógrafa Amalia Hernández.
Otro de los nuevos exponentes de la arquitectura a nivel internacional que destaca por el original uso de la luz es el japonés Tadao Ando, cuyo trabajo se conoce en México por la obra que desarrolló en la ciudad de Monterrey, el Centro Roberto Garza Sada de Arte, Arquitectura y Diseño “The gates of creation”. No obstante, una de sus grandes obras es la Iglesia de la Luz, en la ciudad de Ibaraki, en Osaka, Japón, cuyo concepto y diseño resalta un muro de fondo con una abertura vertical y otra horizontal formando una cruz por donde la luz se filtra e ilumina todo el recinto.
Tras este breve repaso que hizo Terán Bonilla sobre el uso de la luz en la arquitectura, pidió a las nuevas generaciones de arquitectos y tomando en cuenta los retos y desafíos que impone el cambio climático, usar más los paneles solares para aprovechar la luz solar y dotar de energía a los edificios, y reducir el consumo de luz eléctrica.
“Hay que retomar las ideas que utilizaron los grandes maestros de la arquitectura a lo largo de la historia pues han ofrecido respuestas funcionales y de gran diseño para atender las necesidades de luminosidad”, apuntó.
Fuente: Articulo original publicado por la Academia Mexicana de las Ciencias– Redacción por Belegui Beccelieri.