Un estudio realizado por científicos de la Universidad La Trobe y la Universidad de Melbourne mide las respuestas neurológicas a la contaminación lumínica en la vida silvestre y muestra como ésta impacta en los patrones de sueño de las aves. Los investigadores observaron cómo el sueño de las aves se veía afectado tanto por la luz artificial blanca cómo la ámbar, aparentemente más “amigable para el sueño”.
El estudio publicado recientemente en “Current Biology” encuentra como la luz, comparable en intensidad a la que se encuentra en la calle de noche, puede interrumpir la duración, estructura e intensidad del sueño en urracas y palomas, independientemente del color de la luz.
La luz artificial en la noche puede interrumpir el sueño en los seres humanos y animales. Un mecanismo clave para que la luz afecte el sueño es a través de fotorreceptores no visuales que son más sensibles a la luz de longitud de onda corta (azul). Para minimizar los efectos de la luz artificial en el sueño, muchos dispositivos electrónicos pasan de la luz blanca (rica en azul) a la luz ámbar (reducida en azul) por la noche. Cambiar la iluminación exterior de blanco a ámbar también podría beneficiar a la vida silvestre Sin embargo, aún no se sabe si estos dos colores de luz afectan el sueño de manera similar en diferentes animales.
La nueva investigación muestra cómo, a través de la medición de la actividad cerebral, tanto la luz blanca como la ámbar interrumpen el sueño en las aves, pero que la magnitud de estos efectos difiere entre las especies. Utilizando sensores en miniatura para medir la actividad cerebral de la urraca y la paloma, los investigadores descubrieron que sus ciclos de sueño de movimiento ocular no rápido (NREM) y REM se alteraban cuando se exponían a una luz blanca y ámbar por la noche, pero que la magnitud de estos efectos difería entre las especies. En las palomas, estos efectos perturbadores en el sueño eran similares para la luz blanca y la ámbar. Para las urracas, sin embargo, la luz ámbar tenía menos impacto en el sueño. Los resultados parecen mostrar por tanto que la luz ámbar puede minimizar la interrupción del sueño en algunas aves, pero que este beneficio puede no ser universal.
“Tanto las urracas como las palomas duermen un promedio de 10 horas por noche. Encontramos que las urracas perdieron más sueño NREM bajo luz blanca que bajo luz ámbar. En comparación, las palomas perdieron alrededor de 4 horas de sueño bajo luz blanca y ámbar. Curiosamente, ninguna de las dos especies recuperó completamente el sueño perdido por la exposición a la luz blanca o ámbar”, explica el experto en sueño de la Universidad de La Trobe, el Dr. John Lesku.
“Aunque la luz ámbar parece tener un impacto menos dañino que la luz blanca en las urracas, nuestros hallazgos sugieren que los impactos relativos a la contaminación lumínica en las aves pueden ser específicos de cada especie. La iluminación ámbar puede reducir la interrupción del sueño en algunas aves, pero no es una solución para todas las especies. Además, los patrones de sueño alterados que obligan a las aves a recuperar el sueño durante el día podrían afectar a su capacidad para buscar comida, combatir a los depredadores y buscar pareja”, añade la Dra. Anne Aulsebrook, investigadora de la Universidad de Melbourne y de la Universidad de La Trobe.
«Deberíamos pensar en usar la luz artificial sólo cuando y donde se necesite. Apagar la luz del porche, instalar luces con sensores, eliminar las luces decorativas de los árboles, balcones y otros lugares al aire libre, y mantener las luces de las calles y parques dirigidas al suelo o apantalladas cuando sea posible”, concluye el investigador graduado de la Universidad de Melbourne y de la Universidad de La Trobe, Farley Connelly.