Una nueva investigación ha logrado demostrar cómo las luces de la ciudad limitan la capacidad de los animales nocturnos para navegar siguiendo la luz natural del cielo nocturno, viéndose obligados a usar las farolas u otras fuentes de luz artificiales para orientarse.
Algunos animales, incluyendo aves migratorias, focas y polillas, utilizan la luz de la luna, las estrellas y la Vía Láctea para navegar por la noche. Un equipo de investigadores de la Universidad de Lund en Suecia y la Universidad de Witwatersrand en Sudáfrica han demostrado ahora cómo los escarabajos de estiércol nocturno se ven obligados a buscar señales en su entorno inmediato cuando ya no pueden navegar utilizando la luz natural del cielo nocturno.
“Estos escarabajos se ven obligados a abandonar su “brújula celeste” y orientarse usando luz artificial en su lugar”, explica James Foster de la Universidad de Würzburg en Alemania, quien dirigió el estudio durante su tiempo en la Universidad de Lund.
El equipo de la Universidad de Lund ya había investigado cómo los escarabajos del estiércol se orientan usando la Vía Láctea mientras ruedan sus bolas de estiércol sobre la sabana sudafricana. Ahora, se han propuesto investigar cómo la contaminación lumínica afecta la capacidad de los escarabajos para orientarse de acuerdo con las referencias de brújula en el cielo nocturno.
Los experimentos se realizaron durante varias noches en dos lugares diferentes de Sudáfrica. Uno de ellos era un lugar contaminado por la luz en la azotea de un edificio del centro de Johannesburgo, mientras que el otro se encontraba en la zona rural de Limpopo, donde las estrellas iluminaban un cielo por lo demás oscuro. El resultado fue inequívoco: los escarabajos peloteros eran incapaces de utilizar su brújula celeste en presencia de la contaminación lumínica. En su lugar, se desplazaron hacia las farolas y los edificios iluminados. Además, varios individuos se desplazaban a menudo hacia la misma fuente de luz en los alrededores. En condiciones naturales, estos escarabajos tienden a dispersarse en todas las direcciones, alejándose unos de otros y evitando así la confrontación.
“Creemos que la contaminación lumínica puede tener un efecto equivalente en las polillas, obligándolas a abandonar su brújula natural y volar hacia la luz artificial, para tener señales por las que orientarse”, dice Maria Dacke, profesora de zoología funcional en la Universidad de Lund.
Según los investigadores, es probable que los animales que viven en las afueras de las ciudades sean los más afectados por la contaminación lumínica, sin estrellas ni farolas que los guíen.
“En nuestros experimentos, observamos cómo los escarabajos que veían la contaminación lumínica directa se comportaban de manera antinatural, pero se mantenían orientados. Los que solo podían ver el cielo nocturno contaminado por la luz, pero no podían ver ningún edificio iluminado o farola, se desorientaron por completo”, concluye Foster.
Puede consultar todas las conclusiones de la investigación en el paper “Light pollution forces a change in dung beetle orientation behavior” publicado recientemente en la revista científica “Current Biology”.
Imagen de portada: un escarabajo de estiércol nocturno trepando sobre su bola de estiércol para inspeccionar las estrellas antes de comenzar a rodar. Créditos: Chris Collingridge