A medida que la iluminación nocturna está aumentando en todas partes del mundo, es cada vez más necesario analizar cómo esta puede afectar a la población en general y si es un factor importante en el desarrollo de enfermedades o patologías. Por tanto, una pregunta crítica que se puede formular es si la exposición a la luz artificial exterior en la noche también podría estar involucrada en el desarrollo de enfermedades mentales. Investigadores de la Universidad de Utrecht, en colaboración con colegas de la Universidad de Clemson, se han puesto como objetivo el evaluar si aquellas zonas urbanas con una mayor exposición a la luz artificial nocturna en el exterior tienen sus habitantes mayores índices de depresión.
El estudio, publicado recientemente en la revista científica “ScienceDirect”, establece una relación entre la exposición a la luz nocturna exterior en la noche en un entorno residencial con la depresión, aunque también lo correlaciona con la contaminación atmosférica relacionada con el tráfico, especialmente con las emisiones de NO2, que se ha demostrado que afecta a la salud mental.
Ha habido pocos análisis de la asociación entre la contaminación lumínica y la salud mental. Estudios en animales de laboratorio sugieren que una exposición intensa a esta luz artificial en la noche provoca respuestas de tipo depresivo, así como perturbaciones en el ritmo circadiano. Es posible que los seres humanos puedan desarrollar algún tipo de respuesta fisiológica o psicológica similar. Por ejemplo, un estudio realizado en ancianos japoneses indicó asociaciones entre los niveles de luz medidos en el dormitorio y los síntomas de depresión. Sin embargo, estos estudios tienen diferentes lagunas que no los hacen del todo precisos: ajuste deficiente de los correlatos ambientales físicos, utilización de datos de contaminación lumínica de primera generación con restricciones técnicas, las altas correlaciones que pueden existir con los contaminantes del aire relacionados con el tráfico en entornos urbanos, o la mala representación de las evaluaciones de luz artificial en la noche en exteriores evaluados por satélites y la exposición real personal y en interiores.
Para abordar estas lagunas, la nueva investigación examina las asociaciones de la exposición a la luz artificial exterior en la noche y los síntomas depresivos utilizando datos representativos a nivel nacional de los Paíse bajos y teniendo en cuenta como estas estimaciones de riesgos se pueden ver afectadas por diferentes factores, en particular, la contaminación del aire.
Los investigadores eligieron los Países Bajos ya que el contexto holandes proporciona una escenario ideal, “por un lado se encuentra entre los países con mayor contaminación lumínica de Europa y además muestra la segunda mayor prevalencia de enfermedades mentales en Europa”.
Para la evaluación de los síntomas de depresión, se realizó una encuesta entre septiembre y diciembre de 2018 en conjunto con la Oficina de Estadística de los Países Bajos. Los participantes completaron una encuesta en línea sobre la salud mental de las personas (por ejemplo, la depresión, la ansiedad), la demografía, etc.
Las evaluaciones a la exposición a la luz artificial en la noche se basaron en satélites de observación de la Tierra. Se utilizaron mediciones de exteriores basadas en la teledetección calibradas a nivel mundial de la banda día/noche en el conjunto de radiómetros de imágenes infrarrojas visibles (VIIRS) para 2016 (la versión más reciente) obtenido de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica. La sensibilidad radiométrica del sensor permite detectar incluso niveles bajos de luz nocturna visible e infrarroja cercana emitida por los asentamientos humanos (por ejemplo, las luces de las calles).
Adicionalmente se tuvieron en cuenta diferentes covariables que permitiesen consolidar los resultados obtenidos: diferencias de género y origen étnico, edad, estado civil y situación familiar, situación laboral, nivel educativo, e ingresos económicos. Además, como la contaminación atmosférica y el ruidos son factores de riesgo de depresión. Se incorporaron las concentraciones medias anuales de materia particulada con un diámetro aerodinámico de <2,5 μm (PM2,5) y el dióxido de nitrógeno (NO2) (μm/m-3). Finalmente se incluyeron datos sobre la exposición media estimada al ruido emitido por las carreteras, el ferrocarril, la aviación, la industria y las turbinas eólicas durante un período de 24 horas.
Los resultados finalmente obtenidos apoyan de forma parcial la hipótesis de que la iluminación artificial exterior en la noche, medida por observaciones satelitales, se correlacionan con una disminución de la salud mental. Sin embargo, esta exposición estaba altamente correlacionado con la contaminación atmosférica relacionada con el tráfico, especialmente el NO2, que se ha informado que afecta a la salud mental. La contabilización de la exposición al NO2 sugirió que la contaminación del aire en lugar de la exposición a la luz artificial exterior en la noche exterior puede aumentar las puntuaciones de los Cuestionarios Médicos realizados.
“Se observa un aumento estadísticamente significativo de los síntomas depresivos con niveles crecientes de luz artificial en la noche en entornos residenciales. La asociación siguió siendo significativa después de ajustar los correlatos a nivel de persona y medio ambiente (por ejemplo, urbanidad, ruido, verdor, fragmentación social, etc). Sin embargo, para el ajuste del NO2, los resultados sugieren que la asociación entre la luz artificial en la noche y la salud mental podrían ser sustancialmente confundidas por la contaminación atmosférica por NO2”, concluyen los investigadores en el Paper.