El Comité Científico de la Salud, Medio Ambiente y Riesgos Emergentes (SCHEER) ha publicado hoy el dictamen preliminar sobre los efectos biológicos de la radiación ultravioleta (UVC) relevante para la salud, con especial referencia a las lámparas UVC.
En el mes de Julio este medio daba dos interesantes noticias sobre iluminación y salud: una sobre la Comisión Europea que actualmente se encuentra evaluando los riesgos potenciales para la salud humana asociada al uso de los LEDs y una semana después que EEUU se sumaba al debate en un cruce de informes y de acusaciones entre el prestigioso Lighting Research Center y la American Medical Association.
Y septiembre comenzamos con la publicación de otra interesante noticia sobre los efectos de la iluminación en la salud de las personas, porque de nuevo el Comité Científico de la Salud, Medio Ambiente y Riesgos Emergentes (SCHEER) vuelve a la actualidad, ya que el pasado 29 de julio público un dictamen preliminar sobre los efectos biológicos de la radiación ultravioleta (UVC) con especial referencia a las lámparas UVC.
Ahora que toda la industria se “redirecciona” hacia el “Human Centric Lighting” olvidándose que la iluminación ya no sólo sirve para orientarnos visualmente, sino que la luz tiene una influencia clara sobre los procesos fisiológicos como, por ejemplo, la capacidad de concentración y el rendimiento, el ritmo de sueño-vigilia de control hormonal y el bienestar general, surge el debate.
Nuestro cuerpo esta regularizado a la perfección a través de sus propios ritmos biológicos y sincronizado con las horas de luz natural y oscuridad
La llegada de la electricidad y posteriormente de la luz artificial ha hecho evolucionar nuestra civilización hasta los tiempos actuales como ningunos otros inventos, resolviendo miles de problemas y haciendo a la gente menos dependientes de las horas naturales del sol, teniendo luz las 24 horas del sol, pero confundiendo a nuestro reloj circadiano, nuestro reloj del sueño. A este desequilibrio entre los ritmos circadianos naturales del organismo y el entorno, los científicos lo han bautizado como “desincronía circadiana”.
Los científicos están investigando sobre esta desconexión del ciclo de luz-oscuridad natural, desarrollado a la perfección lo largo de muchos siglos, que ha despojado a nuestro reloj circadiano. Lo que está ocurriendo, en pocas palabras, es que estamos recibiendo suficiente luz durante el día y demasiado por la noche. El resultado es la perturbación de los patrones de sueño, aumento de la fatiga, que ha llegado a ser conocido como trastorno del ritmo circadiano o “desincronía circadiana”.
La mayoría de nosotros hemos experimentado los efectos fiscales del jet lag, que es un caso extremo de un reloj circadiano interrumpido. Desafortunadamente, parece que la realidad que se impone es que quizás estemos entrando en un “jet lag perpetuo” no solo por una mala iluminación en nuestras calles y hogares sino también y de manera peligrosamente ascendente en la utilización de dispositivos electrónicos. Tres horas y 23 minutos son los que, cada día, utilizamos de media los españoles frente a la pantalla del teléfono según un estudio de IAB Spain. Si a esta cifra le sumamos el tiempo que gastamos frente al ordenador y tablets, el resultado será, probablemente, que a lo que más miramos cada día es una pantalla. Un hecho que no es precisamente beneficioso para la vista, según destacan los expertos: los dispositivos electrónicos que se utilizan en distancias cortas emiten una gran cantidad de luz azul y una sobre-exposición es nociva para nuestra salud visual: genera fatiga, estrés visual y puede causar la muerte prematura de las células de la retina.
El dictamen del SCHEER: turno para las lámparas con emisión ultravioleta.
Ahora el Comité Científico de la Salud, Medio Ambiente y Riesgos Emergentes, como venimos diciendo, ha llevado a cabo un dictamen donde se analiza los riesgos asociados con el uso de lámparas que emiten radiación UVC. Las partes interesadas están invitadas a presentar observaciones sobre la evidencia científica hasta el próximo 30 de septiembre de 2016.
La parte de la radiación ultravioleta emitida en la gama de longitud de onda 280 nm – 100 nm se llama UVC; esta radiación se usa en un número creciente de aplicaciones, que incluyen la desinfección de agua y aire, el procesamiento de la industria alimentaria, y aire acondicionado. Aunque la mayoría de los aparatos son sistemas sellados en la actualidad es el uso creciente de dispositivos en los que los consumidores pueden estar directamente expuestos a la radiación UVC. Ha habido varios informes dermatológicos adversos o efectos oculares de la exposición accidental o por el mal uso de los aparatos. Por estas razones, la Comisión Europea pidió al Comité Científico revisar la evidencia reciente con el fin de evaluar mejor los riesgos asociados con la radiación UVC de las lámparas.
Conclusiones
Con base en la revisión y evaluación de los datos científicos pertinentes, el comité SCHEER concluyó que:
• Existen pocos estudios sobre la exposición a los seres humanos en condiciones normales de uso y la escasez de datos sobre la exposición UVC a largo plazo de las lámparas UVC.
• Los efectos adversos a los ojos y la piel en los seres humanos se deben principalmente por la exposición aguda accidental a altos niveles de radiación UV de las lámparas UVC.
• A pesar de que estudios sobre el mecanismo sugieren que existen umbrales de exposición de longitud de onda dependiente de UVC respecto a los efectos adversos agudos en los ojos y la piel humana, a excepción de eritema, la estimación cuantitativa de estos umbrales no puede concretarse con los datos disponibles en la actualidad.
• Debido al modo de acción y de daño del ADN inducido de manera similar a los rayos UVB, El UVC podría ser considerado carcinógeno para los seres humanos. Sin embargo, los datos actualmente disponibles no permiten la evaluación del riesgo de cáncer de carácter cuantitativa debido a la exposición de las lámparas UVC.
• Las lámparas UVC de radiación que emite a longitudes de onda más cortas que 240 nm necesitan evaluación adicional del riesgo de la producción asociada de ozono en el medio ambiente. Se necesitan más datos sobre la exposición de la población y de los trabajadores, de las lámparas UVC y del ozono generado.
• Es necesario realizar investigaciones sobre los efectos estocásticos a largo plazo, tales como el cáncer.