La luz no solo revela el espacio: también lo transforma psicológicamente. Más allá de los parámetros clásicos de iluminancia o temperatura de color, el color de la luz puede ser factor determinante en la forma en que las personas perciben, sienten y valoran los entornos interiores.
El estudio “An Experimental Investigation into the Influence of Colored Lighting on Perceived Spatial Impressions” 2025, realizado en una universidad estadounidense, ofrece una aportación empírica relevante a este campo al analizar cómo seis colores de luz LED —rojo, verde, azul, amarillo, naranja y púrpura— modifican la impresión espacial de los usuarios.
El trabajo, sustentado en el modelo PAD (Pleasure–Arousal–Dominance) de Mehrabian y Russell, cuantifica la influencia del color de la iluminación en tres dimensiones psicológicas clave: afectividad, tranquilidad y termalidad (sensación de calor o frío) percibida. Los resultados, obtenidos a partir de un experimento controlado con más de un centenar de participantes, confirman que el color de la luz altera de forma significativa la experiencia emocional y perceptiva del espacio, ofreciendo nueva evidencia científica sobre la relación entre luz, emoción y cognición ambiental.

Luz y color: factores clave en la experiencia espacial
El color y la iluminación son factores ambientales determinantes en la percepción, las emociones y el comportamiento humano dentro de los espacios arquitectónicos. Numerosos estudios han demostrado que los tonos fríos, como el azul o el verde, tienden a generar calma y relajación del sistema nervioso, mientras que los cálidos, como el rojo o el amarillo, provocan mayor activación y excitación fisiológica. A nivel psicológico, los colores fríos se asocian con concentración y serenidad, y los cálidos con dinamismo y creatividad. En entornos construidos, los tonos azules y violetas suelen percibirse como más agradables, amplios y confortables, aunque las preferencias cromáticas pueden variar según el contexto cultural o el tipo de espacio.
En el ámbito de la iluminación interior, la investigación ha destacado el papel de la intensidad luminosa y la temperatura de color en la conformación de las impresiones espaciales. La combinación de niveles elevados de iluminancia con temperaturas de color bajas suele generar confort y relajación, mientras que los tonos más fríos favorecen la atención y el rendimiento cognitivo. Además, la iluminación incide en las interacciones sociales y el comportamiento, así como en la salud visual y el bienestar psicológico, especialmente en entornos educativos, donde la luz natural y su correcta gestión tienen efectos positivos en el estado de ánimo, la satisfacción y la productividad.

Más recientemente, la investigación se ha extendido hacia la iluminación coloreada, que amplía las posibilidades expresivas más allá de la luz blanca convencional. Aunque aún es un campo incipiente, los estudios apuntan a que la luz de color no sólo modifica la percepción estética, sino que desencadena respuestas emocionales y fisiológicas diferenciadas. Experimentos basados en mediciones fisiológicas —como la respuesta galvánica de la piel o la frecuencia cardíaca— han mostrado que la luz roja genera el mayor nivel de excitación, seguida de la azul y la verde. Otros trabajos han evidenciado que los tonos cálidos de saturación media inducen emociones positivas, mientras que las saturaciones extremas pueden resultar desagradables. Factores como el contexto o el acompañamiento sonoro pueden modular estas respuestas, lo que demuestra la complejidad de la percepción lumínica.
Este nuevo estudio amplía esta línea de investigación analizando de forma sistemática seis colores de iluminación —rojo, verde, azul, amarillo, naranja y púrpura— como fuentes lumínicas de alta saturación. Su objetivo es comprender cómo estos tonos influyen en las impresiones espaciales y emocionales mediante el modelo PAD (Pleasure–Arousal–Dominance), una herramienta teórica que describe las respuestas emocionales frente a estímulos ambientales a través de tres dimensiones: placer, activación y dominancia.
El modelo PAD, ampliamente utilizado en campos como el diseño, el marketing o la gestión hotelera, permite vincular variables ambientales —como el color, la luz, la música o la configuración espacial— con reacciones emocionales y comportamentales. En este trabajo, sirve como marco teórico para examinar cómo la iluminación de distintos colores altera la percepción del espacio y el estado emocional de los usuarios.

Metodología experimental
El experimento se llevó a cabo en un laboratorio sensorial con siete cabinas independientes, cada una equipada con tiras LED RGB Philips Hue Light Strip Plus capaces de reproducir con precisión los seis colores seleccionados, definidos según el Natural Color System (NCS) y convertidos a coordenadas CIELAB.
Participaron 101 voluntarios, reclutados mediante muestreo abierto, que fueron expuestos a las seis condiciones de iluminación en orden aleatorio. Cada sesión consistió en tres minutos bajo un color específico, seguidos de 40 segundos de descanso visual con los ojos cerrados para minimizar efectos de posimagen.

Durante cada exposición, los participantes completaban un cuestionario semántico diferencial de 15 pares de adjetivos (por ejemplo, agradable–desagradable, tranquilo–excitado, cálido–frío, atractivo–poco atractivo), basado en literatura previa sobre percepción ambiental. Mediante análisis factorial, los investigadores agruparon estas respuestas en tres dimensiones: afectividad, tranquilidad y termalidad.
Una decisión metodológica relevante fue no igualar la iluminancia entre colores. Los autores argumentan que forzar una igualdad fotométrica habría alterado la fidelidad perceptiva de ciertos tonos, especialmente los de baja eficacia luminosa (como el azul o el rojo). De este modo, se priorizó la autenticidad cromática sobre el control absoluto de flujo luminoso.
Las cabinas estaban pintadas en gris medio neutro, evitando interferencias por reflejos o color de fondo. El entorno reducido permitió un control estricto de las condiciones experimentales, aunque también limitó la validez ecológica, al no reproducir la complejidad visual de un espacio arquitectónico real.
Resultados y análisis
El análisis estadístico (ANOVA y prueba de Tukey HSD) confirmó diferencias significativas entre los seis colores en las tres dimensiones evaluadas.

Afectividad (placer):
La luz azul generó las respuestas más positivas, asociadas con sensaciones de agrado, belleza y comodidad. En el extremo opuesto, la luz roja fue la peor valorada, vinculada a incomodidad y desagrado.
Los tonos verde, amarillo y naranja mostraron puntuaciones intermedias y no difirieron significativamente del azul, lo que sugiere que el rechazo al rojo es más marcado que la preferencia por un color específico.
Tranquilidad (activación emocional):
La luz púrpura obtuvo la media más alta en tranquilidad percibida, aunque también fue asociada a somnolencia y monotonía. La luz azul destacó por combinar calma con sensación de confort, mientras que la roja fue percibida como la más estimulante y menos relajante.
Estos resultados confirman el patrón ampliamente documentado en psicología ambiental: los tonos fríos inducen calma y los cálidos elevan el nivel de arousal.

Termalidad (sensación de calor o frío):
Las asociaciones térmicas siguieron la lógica perceptiva clásica: rojo, naranja y amarillo se percibieron como cálidos; azul, verde y púrpura como fríos. Sin embargo, el análisis detallado reveló matices: el azul se sintió significativamente más frío que el verde y el púrpura, y el naranja más cálido que el amarillo.
Estos hallazgos refuerzan la hipótesis de que la luz coloreada puede alterar la percepción térmica subjetiva sin modificar la temperatura ambiental real, lo que abre un campo de interés para futuras investigaciones en confort y eficiencia energética.
Los autores destacan que la consistencia entre los resultados afectivos, emocionales y térmicos confirma la solidez del modelo PAD como marco interpretativo. La correlación entre placer, calma y percepción de frescor bajo luz azul, y entre arousal, incomodidad y calidez bajo luz roja, evidencia la coherencia de la respuesta emocional al estímulo cromático.

Conclusiones e implicaciones
El estudio demuestra, con evidencia empírica, que el color de la iluminación influye significativamente en la percepción espacial y emocional de los usuarios. El azul emerge como el tono más favorable, al generar placer, calma y sensación de frescor, mientras que el rojo provoca el efecto inverso: activación, incomodidad y percepción de calor. El púrpura introduce un matiz adicional al asociarse con serenidad extrema y somnolencia, lo que sugiere su potencial uso en entornos orientados al descanso o la relajación.
Desde el punto de vista metodológico, el trabajo representa un avance respecto a estudios previos que se basaban en imágenes o simulaciones virtuales. Al exponer a los participantes a condiciones de iluminación real, los resultados adquieren una validez perceptiva superior, más próxima a la experiencia sensorial cotidiana.
No obstante, los autores reconocen limitaciones: el reducido tamaño de las cabinas y la homogeneidad demográfica (jóvenes universitarios) restringen la generalización de los resultados. Asimismo, la dimensión de termalidad se basó en un único ítem (cálido–frío), lo que aconseja prudencia en su interpretación.
Como líneas futuras, el estudio propone ampliar el espectro cromático más allá de los seis colores básicos y combinar diferentes niveles de saturación e intensidad luminosa, variables que podrían interactuar de manera compleja con la percepción emocional. También se sugiere integrar mediciones fisiológicas —como frecuencia cardíaca o conductancia dérmica— para correlacionar respuestas subjetivas con indicadores biológicos.
En conjunto, esta investigación consolida el papel de la luz coloreada como variable psicológica y perceptual de primer orden, y reafirma la utilidad del modelo PAD para analizar la interacción entre estímulos lumínicos y respuesta emocional humana.
Los autores concluyen que la luz, entendida en su dimensión cromática, no solo ilumina el espacio, sino que construye su significado emocional, configurando una nueva frontera experimental para la iluminación.

Puede acceder al paper completo de la investigación a través del siguiente enlace:
https://www.mdpi.com/2075-5309/15/19/3511
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Fuente de imagen de portada: Freepik*. *Imagen procedente de bancos de recursos gráficos que no pertenece a la investigación |

