Llegamos a finales marzo y, como cada año, se abre el debate sobre las ventajas o desventajas que acarrea el cambio de hora y la entrada del horario de verano. Las opiniones a favor y en contra de dicho cambio se repiten con toda una serie de argumentos recurrentes tanto en un sentido como en otro.
Entre las opiniones a favor se encuentran la del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (IDAE). Los técnicos de esta institución han realizado un análisis según el cual el cambio implicaría un “potencial” ahorro a nivel estatal del 5%. Sin embargo, organizaciones de índole ecologista y muchos otros especialistas afirman que con el horario de verano no se obtiene ningún ahorro energético y que, sin embargo, éste comporta problemas biológicos de adaptación al nuevo ciclo (especialmente para los niños).
El huso horario adecuado… ¿para quién?
En paralelo con el debate sobre la conveniencia o no de realizar este cambio de hora, existe otro debate de fondo que pocas veces se ha abordado hasta el momento pero que parece que va ganando más y más adeptos en los último años: la idea de recuperar para España la históricamente oficial “hora ibérica”, común con el vecino Portugal. Y es que cabe recordar que no fue hasta el año 1942 del siglo pasado, cuando se decidió por motivos de política internacional que a partir de entonces España cambiaría de huso horario para ir en sincronía con Alemania e Italia. Y desde entonces hasta nuestros días.
El cambio horario colaboró en la formación de unos nuevos hábitos en España, que favorecieron cierto tipo de turismo y acabaron cristalizando en eslóganes como aquel “Spain is different”, acuñado en los años 60. Y tenían razón, España se ha consolidado como un país diferente a nivel de horarios con respecto al resto de Europa. Desde ese año 1942, se puede afirmar que el sol se pone en España una hora de reloj más tarde que en el resto de países europeos, si bien por la geometría esférica terrestre y la inclinación del eje de rotación, la hora del amanecer sigue siendo muy parecida. De este modo, se desprende de los cálculos que cuando el Sol está en su momento más alto en el cielo, es decir a las 12 del mediodía solar, el reloj de un español marcan entre las 13:15h y las 14:40h dependiendo de la época del año y del lugar de la península desde el que se esté observando el astro rey. Esta divergencia horaria es debida a la gran distancia longitudinal entre territorios como Girona o La Coruña.
La conclusión inmediata a esta situación puede resultar obvia, tal vez los intereses de los distintos territorios no son coincidentes o conciliables. Así, si bien es cierto que no son pocos los representantes políticos en la Cortes junto con alguna agrupación como la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles, que abogan por volver al horario ibérico (junto a Portugal), hay otros representantes políticos (como los de los parlamentos autonómicos valenciano y Balear) que reclaman que se mantenga el horario de verano durante todo el año para así favorecer el turismo también en invierno. La polémica está servida aunque poco se puede hacer al respecto a nivel interno más allá del debate público ya que esta controvertida medida viene fijada por una Directiva de la Unión Europea y, por tanto, no tiene vuelta de hoja a día de hoy.
Sea como sea, el caso es que con el horario actual nos hemos convertido estadísticamente en el país que más tarde se acuesta (lo cual podría ser motivo de la famosa e intensamente promocionada vida nocturna española) pero también en el país que menos horas duerme (bastante por debajo de las ocho horas recomendadas por la OMS), cosa que algunos especialistas asocian a tasas de baja productividad. También es uno de los países en los que padres y madres pasan menos tiempos con sus hijos.
Está claro que el asunto no tiene fácil solución ya que hace años que se viene intentando aprobar una Ley de Conciliación que choca permanentemente con múltiples problemas tanto de índole de estructura económica del país como de necesidad transformación de nuestros usos y costumbres cotidianos. Algunos ejemplos de medidas a contemplar serían: adelantar una hora el prime time de la televisión, fomentarse la jornada continua en trabajos y escuelas, reduciendo la pausa para la comida, favorecer el teletrabajo… medidas todas ellas contemplada en el borrador de Ley de Conciliación.
Queda claro que a nivel de hábitos y horarios, España es un poco menos Europea que el resto de nuestros vecinos.
Hector Beltran y Victor Gaceta
Fundación para la Eficiencia Energética