El azul egipcio, derivado del silicato de cobre y calcio, ha sido uno de los primeros pigmentos artificiales elaborados por el hombre, empleado por los egipcios de forma rutinarias en antiguas representaciones de dioses y de la realeza. Estudios anteriores han demostrado que cuando el azul egipcio absorbe luz visible, emite luz en el rango del infrarrojo cercano. Ahora, un equipo dirigido por investigadores del Laboratorio Nacional Lawrence Berkley (Berkley Lab), ha confirmado que la fluorescencia del pigmento puede ser 10 veces más fuerte de lo que se pensaba hasta la fecha.
Los investigadores al medir la temperatura de las superficies recubiertas en azul egipcio y compuestos relacionados mientras están expuestos a la luz solar, encontraron que los azules fluorescentes pueden emitir casi el 100% de los fotones que absorben. La eficiencia energética del proceso de emisión es de hasta el 70% (los fotones infrarrojos transportan menos energía que los visibles).
Este hallazgo se suma a las ideas sobre qué colores son más efectivos para enfriar techos y fachadas en climas soleados. Aunque el blanco es la opción más convencional y efectiva para mantener un edifico fresco al reflejar la luz solar y reducir el uso de energía para el aire acondicionado, algunos propietarios quieren otro calor por razones estéticas.
Los investigadores del Berkeley Lab ya habían demostrado que los pigmentos de rubí rojo fluorescentes pueden ser una alternativa efectiva al blanco; esta nuevo descubrimiento sobre el azul egipcio se suma a la menú de opciones de colores de “enfriamiento”. Además, encontraron que los colores verde y negro fluorescentes se pueden producir con los pigmentos de color amarillo y naranja. Los nuevos hallazgos fueron publicados recientemente en el Journal of Applied Physics.
Además de su potencial de enfriamiento para edificios, la fluorescencia del azul egipcio también podría ser útil para producir energía solar. Usado en ventanas teñidas con el azul, células fotovoltaicas en los bordes pueden convertir la energía fluorescente del infrarrojo cercano en electricidad.
Investigaciones realizadas a lo largo de los años del Grupo Heat Island de Berkeley Lab han encontrado que los techos y paredes reflectantes pueden enfriar edificios y autos. Esto reduce la necesidad de aire acondicionado y mitiga el efecto de isla de calor urbano. Al reflejar los rayos del sol de vuelta al espacio, estos materiales frescos también liberan menos calor a la atmósfera, enfriando así el planeta y compensando los efectos del calentamiento de cantidades sustanciales de emisiones de gases de efecto invernadero.
Este trabajo fue dirigido por Paul Berdahl, del Grupo Heat Island, como parte del proyecto Cool Walls, apoyado por el programa de Cargos de Inversión del Programa Eléctrico de la Comisión de Energía de California.