Las aves migratorias nocturnas ya enfrentan numerosos peligros durante sus largos viajes, como los edificios y torres de comunicación. Sin embargo, un estudio reciente publicado en la revista Global Change Biology ha encontrado que la luz artificial nocturna también supone un riesgo adicional al atraer a las aves hacia áreas con altas concentraciones de productos químicos tóxicos en el aire.
El estudio examinó la correlación entre la concentración de productos químicos tóxicos en el aire, la luz artificial nocturna y la abundancia semanal de 165 especies de aves migratorias nocturnas.
“Lo que encontramos es que la contaminación lumínica aumenta la exposición a productos químicos tóxicos cuando las aves migratorias descansan durante la migración de primavera y otoño. Sorprendentemente, también encontramos que la exposición a productos químicos tóxicos es alta durante la temporada no reproductiva, un momento en el que las aves suelen evitar la contaminación lumínica”, explicó Frank La Sorte, autor principal del estudio y miembro del Laboratorio de Ornitología de Cornell.
Para llevar a cabo el estudio, los investigadores compararon los niveles de luz artificial nocturna con la presencia de 479 productos químicos tóxicos provenientes de 15.743 instalaciones en los Estados Unidos. Descubrieron que la contaminación lumínica alta estaba correlacionada con mayores niveles de productos químicos tóxicos en el aire. Luego, los científicos cruzaron estos datos con la abundancia semanal de 165 especies de aves migratorias nocturnas durante su ciclo de vida anual utilizando los datos del programa eBird del Laboratorio de Ornitología de Cornell.
La única temporada en la que no se encontró una mayor exposición a productos químicos tóxicos fue durante la temporada de cría, cuando las aves suelen anidar en hábitats alejados de áreas de actividad humana intensa.
“Una región de especial preocupación se encuentra a lo largo del Golfo de México, especialmente en Texas y Louisiana. Las aves migratorias que pasan el invierno en esta región están expuestas a concentraciones más altas de productos químicos tóxicos durante un período más largo, ya que la temporada no reproductiva es la parte más grande del ciclo de vida de estas especies”, explica La Sorte.
Estudios anteriores han demostrado que la contaminación del aire ha hecho que algunas especies dejen de migrar, cambien la altitud de su migración o alteren su ruta. La exposición a largo plazo a productos químicos tóxicos puede interferir con la función de células y órganos, y la contaminación puede transmitirse a los jóvenes a través de la transferencia de químicos de una hembra que anida a sus huevos.
Este nuevo estudio vendría a mostrar que las observaciones proporcionadas por los participantes voluntarios de eBird están permitiendo a los científicos comprender mejor las implicaciones completas de la contaminación lumínica para las aves migratorias nocturnas.
Según La Sorte, “los esfuerzos por reducir la contaminación lumínica durante la primavera y el otoño reducirían las posibilidades de contaminación química tóxica durante las paradas migratorias, lo que mejoraría la supervivencia y el éxito reproductivo”, pero esto no tendría efecto en la exposición a largo plazo que ocurre a lo largo de la costa del Golfo de EE. UU., “una región que podría ser una fuente significativa de contaminación química tóxica para las aves norteamericanas”.
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