Un reciente estudio llevado a cabo en una gran ciudad de China, el cual involucraba a más de 28.000 participante, ha revelado una preocupante correlación entre la exposición a niveles altos de luz artificial nocturna exterior con un incremento en el riesgo de desarrollar enfermedades cerebrovasculares, incluyendo el accidente cerebrovascular o ictus.
Las enfermedades cerebrovasculares, que afectan el flujo sanguíneo hacia el cerebro, representan una causa principal de discapacidad y muerte a nivel mundial. El estudio, publicado en la revista de la Asociación Americana del Corazón, Stroke, es uno de los primeros en explorar la relación entre la luz artificial nocturna y la salud cerebral, sumándose a evidencias previas que vinculan la exposición a luz artificial brillante con el desarrollo de enfermedades cardiovasculares, condiciones relacionadas con el flujo sanguíneo en las arterias.
Dr. Jianbing Wang, coautor del estudio y miembro de los departamentos de salud pública y endocrinología del Hospital Infantil de la Universidad de Zhejiang y del Centro Nacional de Investigación Clínica para la Salud Infantil en Hangzhou, China, enfatiza la importancia de reducir nuestra exposición a la luz artificial nocturna, especialmente en áreas urbanas, para proteger nuestra salud cerebrovascular: “A pesar de los avances significativos en la reducción de los factores de riesgo cardiovascular tradicionales como el tabaquismo, la obesidad y la diabetes tipo 2, es importante tener en cuenta los factores ambientales en nuestros esfuerzos por disminuir la carga global de enfermedades cardiovasculares”.
Contaminación lumínica en la ciudad china de Ningbo
El estudio se centró en Ningbo duranta los años 2015 a 2021, una ciudad portuaria industrial con más de 8,2 millones de habitantes, marcada por significativa contaminación lumínica. La investigación excluyó a individuos con enfermedades cerebrovasculares previas o aquellos diagnosticados en el primer año después de su inclusión, asegurando la fiabilidad de los resultados.
La exposición a la luz nocturna fue evaluada mediante imágenes satelitales que mapearon la contaminación lumínica, mientras que los casos de ictus fueron confirmados a través de registros médicos hospitalarios y certificados de defunción. El análisis de los datos, incluidos seis años de seguimiento con los participantes, encontró:
- 1278 personas desarrollaron enfermedad cerebrovascular, incluidos 777 casos de accidente cerebrovascular isquémico (causado por coágulas) y 133 casos de accidente cerebrovascular hemorrágico (sangrado).
- Las personas con los niveles más altos de exposición a la luz exterior por la noche tenían un 43 % más de riesgo de desarrollar enfermedad cerebrovascular en comparación con aquellas con los niveles más bajos de exposición.
Además de la contaminación lumínica, el estudio también analizó los niveles de contaminación del aire y encontró efectos posiblemente independientes de la exposición a la luz. La contaminación relacionada con la combustión de gasolina, aceite, diésel o madera, así como la causada por polvo o humo, y los óxidos de nitrógeno de las emisiones de vehículos y plantas de energía, mostraron aumentos significativos en el riesgo de desarrollar enfermedades cerebrovasculares. En concreto:
- Las personas con los niveles más altos de exposición a partículas 2,5 (PM2,5 son principalmente emisiones de la combustión de gasolina, petróleo, combustible diesel o madera) tuvieron un 41 % más de riesgo de desarrollar enfermedad cerebrovascular en comparación con los participantes con los niveles más bajos de exposición a la PM2.5.
- Los participantes con los niveles más altos de exposición a PM10 (PM10 es principalmente de polvo y humo) tuvieron un 50% más de riesgo de desarrollar enfermedad cerebrovascular en comparación con aquellos con la menor exposición a PM10.
- Los participantes con la mayor exposición al óxido de nitrógeno (emisiones de automóviles, camiones y autobuses, plantas de energía y equipos todoterreno) tenían un riesgo un 31 % más alto de desarrollar enfermedad cerebrovascular en comparación con aquellos con la exposición más baja.
Desafíos y Limitaciones
Aunque el estudio abre nuevos caminos en la comprensión de los riesgos ambientales para la salud cerebrovascular, sus autores advierten sobre las limitaciones, incluyendo la concentración geográfica del estudio en Ningbo, que puede no representar a otras comunidades, la falta de datos sobre productos de iluminación interior, y la posible subestimación de la asociación entre la luz nocturna y las enfermedades cerebrovasculares debido a la incapacidad de los productos satelitales para capturar fuentes de luz azul.
“Nuestro estudio sugiere que los niveles más altos de exposición a la luz artificial al aire libre por la noche pueden ser un factor de riesgo de enfermedad cerebrovascular. Por lo tanto, aconsejamos a las personas, especialmente a las que viven en áreas urbanas, que consideren reducir esa exposición para protegerse de su posible impacto dañino. Necesitamos desarrollar políticas y estrategias de prevención más efectivas para reducir la carga de la enfermedad de los factores ambientales como la luz y la contaminación del aire, particularmente para las personas que viven en las áreas más densamente pobladas y contaminadas del mundo”, concluye Wang.
Puede acceder al paper de la investigación a través del siguiente enlace:
https://www.ahajournals.org/doi/10.1161/STROKEAHA.123.044904
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