En las últimas semanas han surgido en los medios de comunicación una gran cantidad de artículos alertando sobre los posibles riesgos de la iluminación LED en la salud, alarmando de forma exagerada sobre los posibles efectos de una exposición prolongada a esta iluminación. Esto no se trata de un fenómeno nuevo ya que desde hace años y de forma cíclica está cuestión sale a la palestra y se convierte en tendencia momentánea generando cierta confusión ante una tecnología que es omnipresente en nuestro día a día.
En este caso, las alarmas saltaron tras un comunicado de prensa emitido por la Agencia Francesa de Alimentos, Medio Ambiente, Salud Ocupación y Seguridad (ANSES) en el que confirma “la toxicidad de la luz azul, proveniente de la iluminación LED, en la retina” y destaca los efectos de la alteración de los ritmos biológicos y el sueño relacionados con la exposición prolongada en la noche, “especialmente a través de pantallas y en particular para los niños”. ¿Pero qué hay de realidad en todo esto? ¿Estamos realmente bajo amenaza con esta nueva iluminación que llena nuestras casas, trabajos y ciudades?
La asociación de la tecnología LED con la salud, ya sea de forma positiva o negativa, ha sido una constante en su trayectoria debido en gran parte a que esta comenzó a ser relevante en el momento que estaba surgiendo el conocimiento de los efectos no visuales de la luz. En la actualidad la iluminación LED se ha convertido en la tecnología dominante y es normal que surja cierta preocupación ante una mayor exposición de la población a una iluminación artificial y pantallas que puedan tener un componente rico en luz azul. Pero antes entrar en más profundidad, es necesario aclarar cuáles son esos potenciales riesgos para la salud.
¿Cuáles son, exactamente, los potenciales riesgos sobre la salud de la iluminación LED?
De forma general cuando estamos hablando de potenciales riesgos de la iluminación LED nos circunscribimos principalmente a dos temas que se deben considerar por separado: por un lado los riesgos para la salud ocular debidos a la luz azul y por otro las posibles alteraciones del ritmo circadiano y trastorno del sueño.
1- Riesgos para la salud ocular: el peligro de la luz azul
La mayoría de alarmas que han surgido acerca de los riesgos para la salud de las personas como consecuencia de la luz emitida por la iluminación LED se puede englobar dentro del término “riesgo de luz azul”. La Comisión Internacional de Iluminación (CIE) señala como este término debe utilizarse solamente cuando se considera el riesgo fotoquímico para los tejidos retinianos del ojo, generalmente asociados con miradas directas a fuentes de luz brillantes como el sol o los arcos fotovoltaicos, y no se debe utilizar cuando se hace referencia a la interrupción del ritmo circadiano o al trastorno del sueño.
El término incluye la palabra “azul” ya que el riesgo de daño fotoquímico en el ojo es dependiente de la longitud de onda, teniendo el máximo daño en el rango de la luz azul del espectro de radiación óptica, entre 435 nm y 440 nm. Es decir toda fuente de luz, ya sea artificial como una bombilla LED o natural como el sol, que tenga un componente espectral importante en este rango de luz azul, podrían suponer “potenciales riesgos” para la salud ocular.
2- Alteraciones del ritmo circadiano y trastorno del sueño
Desde que en el año 2002 se descubrió un nuevo tipo de fotorreceptor en la retina humana la investigación de la relación entre la luz y sus efectos fisiológicos ha aumentado de forma exponencial. Mientras que los bastones y conos regulan los efectos visuales, el tercer tipo, las células ganglionares de la retina fotosensible (ipRGCs) regulan una gran variedad de procesos biológicos y de comportamiento que incluyen la secreción de melatonina y cortisol, los estados de alerta y otros procesos relacionados con el ritmo circadiano que todavía estamos apenas descubriendo ahora.
Los estudios actualmente disponibles indican que la luz artificial puede influir en el sistema circadiano dependiendo de las características de la luz. El sistema circadiano humano se ha adaptado al entorno natural en función de la luz del día y la oscuridad en la noche. Es por ello que la exposición a la luz durante la noche es un fuerte disruptor del ritmo circadiano. Diversos estudios han informando que, incluso a exposiciones de luz mínima, el sistema circadiano es afectado, produciendo alteraciones del sueño y el desarrollo de diferentes enfermedades asociadas.
Pues bien, ahora que tenemos identificados los posibles problemas sobre la salud que se le atribuyen a los LED, es hora de aclarar y poner en perspectiva la cuestión, consultando lo que dicen las principales autoridades e instituciones.
¿Cuáles son las posturas oficiales y de mayor consenso sobre el tema?
Recientemente, en abril de 2019, la Comisión Internacional de iluminación (CIE) público su posición con respecto al controvertido tema de los posibles riesgos de la luz azul y su influencia en la salud de las personas, concluyendo que: “el riesgo de luz azul no es importante para las fuentes de luz blanca (LEDs) utilizadas en el el alumbrado general, incluso para aquellas que están enriquecidas con el espectro azul”.
Además la CIE en su declaración hace referencia a que muchos de los estudios que señalan los peligros de la iluminación LED, y que han contando con una amplia cobertura en los medios, se han realizado en “condiciones inusuales” para nada comparables con las que nos podemos encontrar en nuestro día a día. Y señala: “es fundamental indicar que una fuente de luz blanca que emite luz azul a niveles suficientes para acercarse al límite del peligro de exposición a la luz azul debe ser extremadamente brillante, produciendo deslumbramiento y disconfort, y que por tanto no suelen estár en ambientes habituales”.
Por su parte, la Comisión Europea y su Comité Científico de Salud, Medio Ambiente y Riesgos Emergentes (SCHEER), público el verano pasado su Opinión Final sobre los potenciales riesgos para la salud humana de los Diodos Emisores de Luz (LED). Después de un periodo de 3 años, donde se ha llevado a cabo una profunda revisión de las investigaciones publicadas junto con la puesta en marcha de varias consultas públicas, el Comité Científico concluyó que: “no hay evidencia de efectos adversos directos para la salud de los LED en el uso normal (lámparas y pantallas) por parte de la población general sana”.
En cuanto a los efectos sobre los ritmos circadianos y la alteración del sueño, se señala que “pese a que diferentes estudios actuales indican que la luz artificial puede influir en el sistema circadiano, la conclusión actual se basa en una cantidad limitada de estudios, que se realizaron principalmente en un entorno de laboratorio. Se desconoce por tanto si estos efectos permanecen, mejoran o disminuyen, después de una exposición repetida y finalmente crónica como puede ocurrir en la vida real”. Se necesitan por tanto todavía una mayor investigación científica para caracterizar y encuadrar todos estos posibles efectos, tanto positivos como negativos, de la iluminación LED sobre el ritmo circadiano.
Conclusión
Como vemos las posiciones oficiales son claras, poniendo en perspectiva las afirmación alarmistas que se pueden leer en algunos artículos publicados. Un aspecto positivo que podemos sacar de todas estas controversias, es que el público general se está haciendo cada vez más consciente del papel que puede desempeñar la luz en nuestras vidas, sensibilizandose sobre el impacto que la luz puede tener sobre la salud. Pero esta atención no debe servir para construir discursos apocalípticos que generan confusión, sino para desarrollar una mayor investigación que permite ampliar el conocimiento sobre los efectos de la iluminación en la salud y nos permita diseñar espacios realmente saludables y centrados en las personas.
Autor: José Enrique Álvarez.