Un año después de la entrada en vigor de la normativa europea que prohibía fabricar lámparas halógenas clásicas en beneficio de la tecnología LED, se han dejado de emitir 20 toneladas de CO2 y ahorrado 42 millones de KWh, según el análisis realizado por LEDVANCE y que engloba todas las lámparas tipo clásicas que la compañía ha reemplazado por lámparas de tecnología LED en este año y cuyo funcionamiento era de 1.000 horas/año (2,7 horas/día).
Desde que hace doce meses dejó de ser posible fabricar estos productos por incumplir los requisitos de eficiencia energética establecidos por la UE, la realidad viene demostrando que la alternativa de presente y futuro es la tecnología LED. Esta no solo mejora el rendimiento de las lámparas y aumenta los beneficios empresariales, sino que contribuye positivamente al bienestar de las personas y cuidado del medioambiente.
Según declaraciones de Alberto Casado, Director de Marketing de LEDVANCE, “es una responsabilidad de todos los sectores de la sociedad favorecer el desarrollo sostenible, y la tecnología LED contribuye a ello reduciendo el consumo energético y, por tanto, cuidando el medioambiente”, explica.
Un año sin bombillas halógenas
El 1 de septiembre del 2018 dio comienzo una nueva etapa en el sector de la iluminación. La normativa europea prohibió la fabricación de bombillas halógenas, favoreciendo el uso de tecnologías LED. Aunque se han podido seguir vendiendo los stocks almacenados hasta fin de existencias, esta prohibición afectó a las lámparas halógenas clásicas que, por lo general, estaban hechas de cristal, emitían luz omnidireccional y contaban con un casquillo E27 o E14. De igual modo, también había lámparas no direccionales con casquillos G4 y GY6.35 que también tuvieron que dejar de ser fabricadas debido a los cambios en la ley.
La tecnología LED en el sector de la iluminación ha permitido desarrollar productos con un mayor tiempo de vida, superior al de las incandescentes. Pese a que sea cierto que todas ellas, independientemente del tipo, generan residuos, los aspectos positivos de la tecnología LED se traducen en un menor consumo energético, un uso eficiente de la energía y una considerable reducción de generación de residuos.
Hacia la disminución de la intensidad energética
El desarrollo sostenible se ha convertido en una responsabilidad de toda la sociedad y no solo de los grupos ecologistas. Las pautas de ahorro energético, que fomentan el consumo responsable y sostenible de energía, y que disminuyen la intensidad energética, reducen el impacto medioambiental y contribuyen a la lucha contra el cambio climático y al desarrollo sostenible, que están teniendo cada vez más peso en la sociedad. Por ello, no se debe olvidar que la iluminación supone una parte importante del gasto energético. Aprovechar la luz natural, instalar sistemas de regulación y control de movimiento y colocar lámparas que aporten una máxima eficacia energética son elementos que consiguen reducir este gasto y su impacto. Está demostrado que, con una iluminación eficiente, el ahorro energético es hasta del 80%.
El cambio a la tecnología LED, dejando atrás las lámparas halógenas, ha sido un avance considerable, ya que al tratarse de una iluminación artificial dinámica que simula la luz natural, la eficiencia energética que consigue es mayor y por consiguiente, menos contaminante. Un año después de la prohibición de lámparas halógenas, se puede considerar que la tecnología LED y sus beneficios han llegado para quedarse.