En un mundo donde la prevalencia de la miopía va en aumento, especialmente entre los más jóvenes, la búsqueda de tratamientos efectivos y seguros es más crucial que nuncan. La terapia de luz roja de bajo nivel (LLRL, por sus siglas en inglés) ha emergido recientemente como un método prometedor para controlar esta condición oftalmológica. Sin embargo, una voz de precaución se alza desde el laboratorio de investigación en optometría de la Universidad de Houston, apuntando a posibles riesgos asociados con esta terapia, especialmente en niños.
La doctora Lisa Ostrin, profesora asociada en el Colegio de Optometría de la Universidad de Houston, comparte en el Journal of the College of Optometrists una advertencia basada en mediciones realizadas en su laboratorio. La recomendación es reconsiderar el uso de la terapia LLRL para la miopía en niños hasta que se puedan confirmar estándares de seguridad. Esto surge en un contexto donde la excitación por los resultados prometedores de la LLRL como tratamiento para la miopía parece haber adelantado a la verificación de su seguridad.
La promesa y la preocupación
Durante los últimos años, la LLRL ha sido reportada en estudios como un tratamiento efectivo, responsable de una reducción significativa en la progresión de la miopía. Incluso una empresa detrás de uno de estos dispositivos señala que ya se está utilizando para tratar a más de 100,000 pacientes pediátricos. Sin embargo, el entusiasmo por sus resultados puede haber venido demasiado pronto, antes de una comprobación de su seguridad.
Ostrin destaca que la terapia podría poner en riesgo la retina debido a daños fotoquímicos y térmicos. Para la terapia LLRL, se instruye a los niños a mirar dentro de un instrumento emisor de luz roja durante tres minutos, dos veces al día, cinco días a la semana, durante un período de tratamiento que podría durar años.
«Encontramos que los instrumentos de luz roja para la miopía exceden los límites de seguridad», afirma Ostrin. Esto coloca a la retina en riesgo de daño fotoquímico, especialmente considerando que tres minutos de visualización continua se acercaron o superaron la dosis de luminancia de la exposición máxima permisible (MPE), según las mediciones de salida del láser y determinación de MPE térmica y fotoquímica de los dispositivos LLRL realizadas por la investigación.
Ostrin examinó dos dispositivos LLRL diferentes. Aunque ambos instrumentos se confirmaron como productos láser Clase-1 según los estándares de la Comisión Electrotécnica Internacional, lo que significa que son dispositivos de baja potencia considerados seguros de todos los peligros potenciales cuando se ven accidental y brevemente, Ostrin argumenta que no son seguros para ser vistos continuamente durante la duración del tratamiento requerido de tres minutos.
Implicaciones para la práctica clínica
Este análisis arroja luz sobre la importancia de proceder con cautela cuando se consideran nuevas tecnologías para el tratamiento de condiciones oftalmológicas. La seguridad debe ser siempre la prioridad, especialmente cuando se trata de pacientes pediátricos. Los hallazgos de Ostrin sugieren una necesidad urgente de más investigaciones para establecer estándares de seguridad claros y confirmados para la terapia LLRL en el tratamiento de la miopía.
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