El acceso a una vivienda digna y asequible se ha convertido en la principal preocupación de los habitantes de las ciudades inteligentes, por encima incluso de la movilidad, la sostenibilidad o la transformación digital. Esta es una de las principales conclusiones del Índice de Ciudades Inteligentes 2025 publicado por el World Competitiveness Center del IMD y basado en encuestas a ciudadanos de 146 ciudades del mundo.
A pesar de los avances tecnológicos y la proliferación de iniciativas smart urbanas, el índice revela este año un desfase entre las promesas del concepto de ciudad inteligente y las necesidades reales de los ciudadanos. En 110 de las 146 ciudades analizadas, más del 50% de los encuestados identificaron la vivienda asequible como su máxima prioridad, lo que subraya un fenómeno global que desborda las fronteras geográficas y los niveles de desarrollo económico.
Tecnología urbana sin exclusión: el dilema del acceso a la ciudad
El análisis de los datos del Smart City Index 2025 pone de relieve que ciudades de perfiles tan dispares como Dublín, Taipei, Vancouver o Dubái comparten una misma inquietud: el acceso a una vivienda asequible. En algunas de estas urbes, el porcentaje de ciudadanos preocupados por esta cuestión alcanza el 90%.
Este fenómeno no puede analizarse de forma aislada. Según el director del WCC, Arturo Bris, la escasez de vivienda asequible responde a tres factores interrelacionados: los movimientos de población (incluyendo la inmigración), el aumento generalizado de precios y el encarecimiento de materias primas esenciales para la construcción. En este último punto, el informe hace referencia a cómo las tensiones comerciales internacionales —como los aranceles impuestos por EE. UU. sobre el acero y la posible extensión a la madera— han tenido un efecto directo sobre los costes de desarrollo urbanístico.
Este impacto, que podría parecer remoto desde una óptica centrada en la innovación tecnológica urbana, demuestra en realidad la interdependencia de los sistemas urbanos con dinámicas macroeconómicas y geopolíticas. El concepto de ciudad inteligente, por tanto, debería ampliarse más allá de las soluciones digitales y tecnológicas para incluir aspectos estructurales de planificación, política de vivienda y accesibilidad.
Smart cities: más allá del tamaño y la tecnología
Una de las paradojas que revela el informe es que las ciudades que ocupan las primeras posiciones del índice —Zúrich, Oslo y Ginebra— no son necesariamente las más grandes ni las más tecnológicamente avanzadas. Lo que sí comparten son ciertas características estructurales: tamaño medio o reducido, economías resilientes con un alto valor añadido (como el sector farmacéutico y de precisión en Suiza, o el petróleo en Noruega), y marcos de gobernanza sólidos con alta calidad de vida.
Estos casos invitan a reflexionar sobre los límites del modelo smart basado exclusivamente en infraestructuras tecnológicas. Como señala Christos Cabolis, economista jefe del WCC, no existe una fórmula universal para convertirse en una ciudad inteligente. De hecho, las ciudades más pequeñas pueden carecer de ecosistemas de innovación lo suficientemente densos o de mercados laborales diversificados, lo que les dificulta escalar sus estrategias.
Lo que diferencia a estas urbes mejor posicionadas es su capacidad para utilizar la tecnología como una herramienta estratégica al servicio de objetivos más amplios: sostenibilidad, gobernanza eficaz y bienestar ciudadano. El caso de Zúrich es especialmente ilustrativo, ya que encabeza el índice no solo por sus indicadores de movilidad o digitalización, sino por su habilidad para evitar externalidades negativas como la congestión o la contaminación, integrando soluciones tecnológicas con políticas públicas coherentes.
Infraestructuras básicas y servicios públicos: la base de la inteligencia urbana
Una lectura técnica del SCI 2025 muestra que, más allá del componente tecnológico, las infraestructuras esenciales siguen siendo el elemento diferenciador entre las ciudades mejor y peor valoradas. La disponibilidad y calidad de servicios como el saneamiento, la atención médica o los espacios verdes son indicadores directos de la capacidad de una ciudad para satisfacer las necesidades de sus ciudadanos.
Los ejemplos del top 10 son elocuentes:
- Singapur (9) obtiene una puntuación de 83,7/100 en saneamiento básico en zonas desfavorecidas.
- Abu Dhabi (5) destaca por su red de servicios médicos (84,7/100) y por la calidad de sus espacios verdes (83,8/100).
- Copenhague (7) es reconocida por sus servicios de reciclaje (82,2/100) y por la percepción de seguridad (74,3/100).
- Canberra (8) obtiene buenos resultados en calidad del aire (73,8/100), un factor crítico en sostenibilidad urbana.
- Londres (6)) se enfrenta a algunos desafíos, que se reflejan en puntuaciones ligeramente más bajas en ciertas áreas en comparación con otras en el top 10 (por ejemplo, seguridad pública 37,7/100).
Estos datos invitan a reconsiderar la definición operativa de ciudad inteligente, no como un entorno hiperdigitalizado, sino como un ecosistema urbano eficiente, accesible y bien gestionado, donde la tecnología se pone al servicio de lo esencial.
Ciudades españolas incluidas
El Smart City Index 2025 incluye en su clasificación a cuatro ciudades españolas: Bilbao, Madrid, Zaragoza y Barcelona. La evolución de sus posiciones en el ranking global de 146 ciudades refleja trayectorias diversas, que permiten extraer conclusiones sobre las estrategias urbanas implementadas, los desafíos particulares de cada ciudad y su capacidad para adaptarse a las exigencias de la inteligencia urbana contemporánea.
Bilbao se mantiene como la ciudad española mejor posicionada, en el puesto 29, repitiendo la misma posición que el año anterior y consolidando su modelo urbano sostenible y equilibrado.
Madrid pierde tres posiciones respecto a 2024, situándose en el puesto 38. Aunque la caída es moderada, refleja ciertas tensiones en la gestión de una gran metrópolis.
Barcelona sufre el retroceso más acusado, bajando once puestos hasta el 92, y encadenando cinco años consecutivos de descensos (del 58 en 2020 al 92 en 2025). La desconexión entre la innovación urbana y la experiencia ciudadana parece estar detrás de esta tendencia.
Zaragoza, por el contrario, es la única ciudad española que mejora su posición, subiendo del puesto 57 al 52. Su trayectoria estable en los últimos años refuerza su papel como ejemplo de gestión eficiente en ciudades de tamaño medio.
Nuevas incorporaciones
Una de las novedades del SCI 2025 es la entrada de ciudades como AlUla (Arabia Saudí), Astana (Kazajistán), Caracas (Venezuela), Kuwait City, Manama (Baréin) y San Juan (Puerto Rico). Esta diversificación geográfica muestra una tendencia creciente: las ciudades emergen como actores clave en la nueva gobernanza global, al margen de las dinámicas estatales tradicionales.
Según Bris, estamos entrando en una economía fragmentada en la que las grandes áreas urbanas concentrarán la actividad económica principal, desplazando parcialmente el protagonismo de los Estados. Este fenómeno tiene implicaciones de primer orden en la planificación tecnológica urbana, en la resiliencia ante crisis internacionales y en la definición de nuevas políticas de sostenibilidad urbana.
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