Según investigadores de la UPV, la luminosidad de lámparas eficientes varia más de lo que se creía ante fluctuaciones de la red

Investigadores del Grupo Señal y Comunicaciones (GSC) de la Escuela de Ingeniería de Bilbao, Universidad del País Vasco (UPV / EHU), en España, han llevado a cabo un análisis exhaustivo de la respuesta de las lámparas eficientes ante las fluctuaciones de la actual red eléctrica, resultando no ser tan insensibles a dichas variaciones como se pensaba.

Según han señalado los investigadores, las lámparas eficientes no siempre tienen una menor sensibilidad que las incandescentes frente a las fluctuaciones de tensión en la red eléctrica. De hecho, hay veces en que la sensibilidad es mayor que la de las lámparas incandescentes normales. El estudio analiza el flicker, es decir el conjunto de las variaciones en la luminosidad de las lámparas producidas por las fluctuaciones de la propia tensión de alimentación, que pueden causar incomodidad y molestias a los usuarios. «Las principales causas por las que pueden darse tales fluctuaciones son el uso de máquinas industriales que utilizan una gran cantidad de electricidad en ciertos momentos», explica Izaskun Azcárate del grupo de investigación de GSC .

La Comisión Electrotécnica Internacional (IEC)  estableció unos límites legales en la fluctuación de la red, tomando como referencia la respuesta de una lámpara incandescente frente a la misma. «La propia industria que  instala este tipo de máquinas debe garantizar que no comprometa la calidad del suministro eléctrico, y respetar esos límites», añade la investigadora.

Nuevas tecnologías de iluminación requieren nuevo análisis

Con la entrada en el mercado de las nuevas tecnologías de iluminación, como lámparas fluorescentes compactas (CFL) y LED, se debe volver a determinar la sensibilidad de la misma frente a las fluctuaciones de voltaje. Las primeras investigaciones, publicadas en 2008, «indicaban que las nuevas lámparas tenían una menor sensibilidad que las incandescentes, y por lo tanto, no suponían  anomalías en la luminosidad en comparación con la misma fluctuación en la red de tensión», explica Azcárate. «Además, hubo casos en que se habían medido altos niveles de fluctuación en la red, y, sin embargo, no se habían registrado quejas de los usuarios.»

Las medidas fueron realizadas con un conjunto de lámparas ante diferentes tipos de fluctuaciones de voltaje. En primer lugar, utilizaron fluctuaciones estandarizadas (señal analítica), y en un segundo momento, utilizaron las fluctuaciones reales, que a menudo son más complejas, registrando los datos en cuatro localidades del norte de España.

Los investigadores llegaron a la conclusión de que hay tres comportamientos diferentes: en primer lugar, hay lámparas que muestran una menor sensibilidad que la lámpara incandescente; otras, sin embargo, llegaron a niveles de las incandescentes o los excedieron incluso; y otras experimentaron respuestas diferentes dependiendo de la señal real aplicada.

«Estos resultados cuestionan la menor sensibilidad de las nuevas tecnologías a las fluctuaciones de tensión, y revelan que la sensibilidad no depende sólo de la tecnología de iluminación sino también de la complejidad de la fluctuación de tensión y del escenario real en el que la lámpara es utilizada», apunta la investigadora.

Solución en el diseño de la lámpara

Basándose  en estos resultados, varios organismos de normalización internacionales han comenzado a proponer cambios en este sentido. Se han propuesto dos cambios: ajustar los medidores de ficker a las nuevas lámparas de referencia, o aumentar el límite.

Sin embargo, estos dos cambios “tanto la propuesta de subir los límites de flicker como la de buscar una nueva lámpara de referencia parecen inviables» según Azcárate. Por un lado, «hoy no hay un solo tipo de lámpara de referencia», y en segundo lugar, al aumentar el límite, otros equipos conectados a la red podrían verse afectados por tales fluctuaciones”.

«La solución puede orientarse hacia el control de la respuesta de las lámparas en el proceso de diseño. Para ello, sería necesario que ninguna lámpara presente una sensibilidad mayor que la lámpara incandescente», subraya. Es decir, según concluye la investigación, manteniendo el umbral de flicker actual, se debería establecer un protocolo de test, con el que cada fabricante pudiera verificar que ante dichas condiciones la lámpara no supera el umbral.

 

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